miércoles, 10 de julio de 2013

Friedrich Nietzsche, Sabiduría para pasado mañana.

La siguiente cita la he obtenido de la Antología de fragmentos póstumos titulada Sabiduría para pasado mañana (editorial Tecnos, 2ª de. 2009):
En cuanto pretendemos determinar cuál es el fin del hombre, estamos presuponiendo un concepto de hombre. Mas solo hay individuos, de lo hasta ahora conocido solo obtenemos un concepto a cambio de desatendernos de lo individual, por eso, establecer el fin del hombre significaría impedir que los individuos lleguen a ser individuales, conminándoles a ser universales. ¿No debería ser al revés, que todo individuo supusiera la tentativa de lograr, gracias a lo que de individual tuviera, una especie superior a la del hombre? Mi moral estaría en ir suprimiendo en los hombres lo que de universal tienen, en ir especializándolos, hacerlos hasta cierto punto incomprensibles para los demás (y, así, objeto para ellos de vivencias, de asombro, de extrañeza).
Y yo pregunto, ¿de dónde ese empecinamiento por que el individuo ha de suponer una tentativa de lograr superar el concepto de hombre? Suscribiría suprimir en los hombres lo que de universal tuvieran. Pero si solo hay individuos, ya nada de universal habría de hecho en cada hombre. Lo universal consistiría en el empecinamiento por imponer un modo de comprender. Al igual que la exigencia de superación supone otro modo de comprender.
Ahora bien, ¿por qué comprender al hombre de otro modo (negación de lo universal) iba a presentar más valor? La respuesta de Nietetzsche la acepto sin rechistar: porque comprender así a cada individuo supondría que cada individuo se constituyera como objeto de vivencias, de asombro y de extrañeza para cualquier otro.
De este modo Nietzsche expuso sus razones de valer de la diferencia entre modos de comprender y así expresaba su inclinación por uno de ellos.

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