La siguiente cita la transcribo del libro titulado Conceptos fundamentales, que contiene el curso del semestre de verano impartidos por Heidegger en la Universidad de Friburgo en 1941:
Que continuamente tengamos que decir "es" siempre que tenemos que decir algo, indica que lo que nombramos "así", o sea el ser, pide la palabra, una palabra a la que, desde luego, permanecemos a la vez constantemente sordos. (Heidegger, Conceptos fundamentales, Alianza Universidad, 1989; traducción de Manuel E. Vázquez García).
Cuando leo textos como este, siempre me surgen cuestiones que sinceramente desearía haber podido preguntar al autor: ¿qué sucede cuando no tenemos algo que decir, el ser dejaría en esos casos de pedir la palabra?
Insistiría, ¿si no se tuviera nada que decir, a qué se permanecería sordo? ¿Por qué ese nosotros que queda descalificado por su permanente sordera? ¿Se ceñía el autor a los alumnos o a cualquier hipotético oyente? ¿No es suficientemente extraño que el ser pida la palabra para después añadir que se permanece constantemente sordo ante esta petición?
Aquí encuentro una estimación que atribuyo a Heidegger como el autor de las palabras y en ella no me identifico. Por lo tanto, en ella encuentro algo propio de otro: el otorgamiento de valor al ser que pide la palabra.
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